¡Victoria, vive!
En Bolivia, una adolescente de 14 años fue violada por su empleador en reiteradas ocasiones, por este delito, ella queda embarazada y con 26 semanas de gestación (7 meses) los médicos deciden inducir un parto prematuro en vez de proceder al aborto, nace una niña con un delicado estado de salud que se llama Victoria, ella fue bautizada de emergencia en la Unidad de Terapia de Neonatología del Hospital de la Mujer “Percy Boland” y su abuela materna la recibió con los brazos abiertos, ¡Victoria, vive!
Ahora, se han desatado sendos debates sobre la acción de los neonatólogos: ¿debían terminar con la vida de Victoria u obraron de acuerdo con protocolo y ética profesional?, para responder, quiero mencionar que los médicos realizan el juramento hipocrático, público y obligatorio, que en parte dice: “Jamás daré a nadie medicamento mortal, por mucho que me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura…”, está es la base ética para comprender la acción de los médicos, ellos están para preservar la vida en la medida de lo posible.
Los abogados entendemos que el bien jurídico que deben proteger los galenos es la vida tanto de la madre como la del hijo, protección combinada de la vida y la salud de ambos (Cuello Calón), además, dentro de las consecuencias de la libertad de pensamiento, creencia y culto, los profesionales pueden alegar “objeción de conciencia”, estos son derechos inalienables de cada persona.
Pero no todos lo comprenden así, en Argentina, el médico Leandro Rodríguez Lastra fue encontrado culpable en primera instancia por evitar el aborto de un bebe en gestación de 5 meses y salvar la vida de su madre que llegó al hospital con un cuadro infeccioso por tomar misoprostol, fármaco abortivo suministrado por la organización La Revuelta. El bebé tiene dos años de edad, fue dado en adopción y la madre continua sus estudios.
En ambos casos, madre e hijo están vivos gracias al correcto proceder de los médicos, pero estos están siendo criticados o procesados como si fuesen un mero engranaje del servicio público de salud, empleados que tiene que ejecutar mandatos, tal como Adolf Eichmann obedecía órdenes superiores.
Albert Esplugas Boter en su ensayo “El liberalismo contra el derecho al aborto: una argumentación liberal pro-vida”, menciona dos argumentos de John Walker sobre el aborto en caso de violación y nos hace pensar: 1. ¿Tiene derecho el piloto de expulsar del avión en pleno vuelo a personas que han ingresado clandestinamente? ¿Tiene la obligación de mantenerlos sanos y salvos hasta aterrizar? 2. Si una persona es forzada a apretar un botón que suministra de energía eléctrica un ascensor, que en caso de levantar el dedo, mueren los ocupantes de la cabina, ¿tiene derecho a dejar de apretar el botón?, Walker sostiene que el aborto por evicción de la mujer violada equivale a dejar de apretar el botón.
Los críticos sostienen el trauma de la violación de la víctima como principal argumento para el aborto, sin tomar en cuenta los síntomas y trastorno de estrés postraumático (TEPT), concretamente el síndrome postaborto (SPA), que tienen mujeres y hombres que han tenido que lidiar con un aborto, pensemos en reiterados y persistentes sueños y pesadillas, sentimientos de culpa y la “necesidad de reparar”, aspectos que necesitan psicoterapia. No podemos aceptar argumentos económicos por estar condenando la condición de la pobreza, los pobres también merecen vivir.
Victoria algún día agradecerá al profesional que le dio la oportunidad de poder respirar y contemplar el vasto mundo, eso de sentirse viva, será una victoria más, digna de contarse.
@ 8:42 PM
Pienso que todos tenemos derecho a elegir como proceder respecto a nuestro propio cuerpo y si “yo” decido tener un aborto no esta en manos del medico decidir por mi.
Las comparaciones que se hacen en este articulo no son de la misma indole y considero absurdo comparar el piloto de un avion a ser violada y continuar con un embarazo indeseado. Hay que notar que las personas que hacen este tipo de comparaciones son hombres que jamas podran entender las mujeres que abortan no toman esa decision a la volada y sin pensarlo muchas veces.
Yo sugiero que las personas en vez de juzgar y tratar de obligar a traer hijos indeseados al mundo, deberian enfocarse en ayudar a los niños que ya estan en este mundo como los huerfanos o niños de la calle.
@ 8:20 AM
Bien dicho… El artículo celebra que el niña de 14 años haya dado a luz una niña, producto de una violación… más no considera aspectos de los sentimientos de la niña… ¿ella deseaba tener a la niña? ¿Y ella al ver a la niña recién nacida, no recordará la violación que sufrió? …. un poquito más de tacto en ese aspecto
@ 6:51 PM
Un bebé en gestación “no” es el cuerpo de la mujer, tanto así que su código genético resulta distinto, e incluso es titular de derechos de manera independiente a la madre. El argumento del aborto en caso de violación equivale a tratar de solucionar una desgracia con otra que es acabar con la vida de un inocente. La vida de una persona no vale menos por el hecho de no haber sido deseado por sus padres, en el mundo habemos muchas personas que incluso dentro de un matrimonio y famila constituidos, llegamos a este mundo de sorpresa. Y el argumento de que solo a las mujeres nos compete hablar y decidir sobre el aborto, fomenta la irresponsabilidad paterna pues implícitamente les dices a las mujeres que el bebé concebido no deseado es solo su problema; fuera de ello, el valor y defensa de la vida humana compete a hombres y mujeres por igual, no es que las mujeres tengamos una lógica mucho más avanzada que un hombre para hablar del tema (falacia ad hominen). Y finalmente existen en el mundo muchas organizaciones pro-vida que trabajan con mujeres y niños involucrados en situaciones que los orillan a plantearse un aborto. Curiosamente no es la gente pobre la que estadistícamente se plantea un aborto, y plantearlo como usted lo plantea de que evitamos que niños anden sufriendo por no haber sido deseados es plantear acabar con el sufriente y no con el sufrimiento.